“-… ¿Por qué escribe?
- ¿Por qué respiro?.”
Carlos Fuentes.
Escribir… es dejar que el mismo aire que entra en forma de vida, lo haga como letras, palabras, historias y salga a través de tus manos transformado. Un ciclo tan inevitable para vivir, como respirar, es para mí el escribir.
Una vez que tienes conciencia del aire, lo disfrutas de la misma manera que la escritura, lo sientes helado o tibio, llega a ti a través de voces mudas, o de gritos desesperados, entra como imágenes , recuerdos, te tortura por su ausencia o te colma con presencias.
Se arremolina en tu interior, creando tormentas que necesitan salir de ti intrínsecamente, así como sale el amor, y sus desamores, mezclado con lluvias de lágrimas de tristezas y alegrías que necesitan ser vistas, tocadas, inevitables como ellas son las palabras.
Brisas suaves que acarician sin manos, verbos cálidos que piden al lector que lo amen, que sientan el roce de las letras. Escribo para que me respiren, intentando llegar tan hondo como el aire, y por un instante muy dentro alojarme; lograr hacer un cambio allí es mi meta, quedarme tanto que logre cambiar un concepto, ser recordada por lo que pienso, situarme de alguna manera como respuesta para algún sinsentido del pensamiento o sinrazón de vida, porque a través de mis sentidos y mis razones, en palabras encuentro algo más que expresiones.
Frente al aire suelo abrir mis brazos para sentirme en libertad, escribir, me da esa misma sensación. Puedo vivir la quimera de aprisionar el pasado junto a la posibilidad de soñar un futuro. Ordeno cuando escribo todo mi desorden interno, dejando por escrito lo que veo, lo que escucho, las emociones que esto me provoca. Mi necesidad de contar toma inspiración en la vida, la naturaleza, los hechos, sentimientos, en todo lo que está en el aire y de alguna manera me obliga, me arrastra, a ponerlo en papel.
Como el aire, siempre siento que hay alguien que se ahoga y necesita un poco más, alguna persona que está esperando leerme y encontrar en mi relato de vida el mismo sentido que yo le encuentro a la mía al escribirla. La insatisfacción a veces en ella, me lleva a querer entenderla mediante la escritura, como si esto curara en vez de enfermar, no solo adolece, envenena como el aire contaminado, tanto que intentas desesperadamente dar bocanadas de aire fresco, de palabras nuevas, correctas, marcantes, de la combinación perfecta de ellas; el aire se envicia en esa búsqueda, y el escritor las consume una tras otra, las respira, transforma el verbo, y este no le es suficiente, no encuentra adjetivos suspendidos en el aire… de pronto , el viento sopla, todo se despeja…¡allí está!, aspiras con fuerza, lo saboreas, es la palabra perfecta en, la tomas, la escribes y esperas que alguien la lea.