viernes, 21 de enero de 2011

MIEL

Desde mis pequeñas memorias, recuerdo sentir un placer oculto, que duró en mi muchos años. Incluso después de casada aún lo hacía, inconsciente y ya dormida, sentía esa sensación deliciosa de placer satisfecho, así podía dormir toda la noche.
Cómo a los tres años mi madre empezó la lucha por quitarme esta manía, que me apaciguaba y me deleitaba.  No podía hacer eso en la escuela, que dirían mis compañeros y profesores, era lo que me decía.
Cuentan que cuando era bebe al cargarme alguien, buscaba mi placer entre su ropa, allí me quedaba en la incómoda posición entre la persona que me cargaba su cuello y yo pero satisfaciendo mi deseo y quedándome dormida
Así que quitarme mi manía fue un duro paseo entre mano atada, ungüentos, amenazas, burlas, etc.., nada funcionaba, y mi mente aun no entendía porque debía dejar algo que me daba placer y me tranquilizaba.
Más tarde cuando empezaron las burlas deje de hacerlo en público y guardé ese placer solo para mí, hasta que sin yo saberlo y creyendo esto superado mi marido descubrió que aun lo hacía.
La manía se fue, la solución después de años la encontré yo
Al preparar mi te cada mañana y cada tarde le ponía miel, untaba el dedo en ella y esa sensación deliciosa, mi dedo con miel, no sabía si era la miel o la excusa para hacer ese acto prohibido desde tan niña lo que me fascinaba, sentir como lo deslizaba, esa sensación,  entre deliciosa, tibia y pegajosa.
Una noche me quedé sola, era el momento perfecto para hacer lo que esperaba, me puse un delicioso pijama de seda que me recordaba la textura detrás de los cuellos que desde niña buscaba, tomé el frasco de miel y una y otra vez hice lo mismo, hasta terminarme el frasco, no había más miel, pero mi dedo aún sabía a ella, dulce y más dulce.
Durante días en mi mente mi dedo era tan dulce que dejé incluso de tomar té, desde ese día acabé con mi infantil satisfacción, en vez de darme placer me empalagaba.
A qué viene todo esto, a que en la vida la gente juzga un acto como inadecuado, te llenan de vergüenza,  te aíslan, y tratan de quitar de ti cualquier manía, de las peores maneras. Solo cuando decidí hacer de mi placer una acto delicioso, llenarlo de miel, fue que aprendí que uno se cansa más fácil de lo dulce que de lo amargo, y que con la dulzura de la miel curé mi manía desde bebe de chuparme el dedo mientras acariciaba una etiqueta.

martes, 18 de enero de 2011

VACUNA para AMAR

La hormona de crecimiento puede ser utilizada como tratamiento anti-edad, fue lo que escuchaba en una plática mientras esperaba mi turno en la fila. ¿Qué relación podría existir entre esa hormona y la edad?. Seguí escuchando la plática,  una señora le decía a la otra “-Es increíble lo fresca y joven que te sientes al siguiente día de aplicarla”.
Fresca y joven es el deseo de toda mujer, verse así puede garantizar un estado de plenitud, satisfacción, y garantizar el amor, lo vemos en todos lados, en las revistas, la tele, la calle, “Haz lo necesario, pero luce fresca y joven”. Si tan solo miráramos internamente, entenderíamos que no hay vacuna o antioxidante que te ayude a ser lo que las campañas prometen.  La frescura no retrocede,  la frescura se genera cada día. Uno ha de terminar con todo el conocimiento acumulado durante el día, heridas psicológicas, compararse con otra persona, compadecerse de sí mismo… terminar con todo eso antes de acostarse, y untárselo a modo de crema, de modo que al día siguiente la mente  sea fresca y joven. Una mente así nunca puede ser lastimada, y menos vieja. Entonces entendí realmente… lo que te hace crecer, sea hormona, sea sentimiento, te hace más joven.  
Deberíamos dejar de intentar  deshacernos de todo aquello que nos lastima, esas cosas son nuestros antígenos, de los que nos queremos desprender, sin saber que solo con ellos podemos crear anticuerpos y solo así una respuesta de defensas. Si por un momento dejáramos de luchar y nos quedáramos quietos, cuando ya no esperas nada, ni pides, ni exiges, ni buscas, ni posees, cuando ya no tienes celos, ni temor, ni ansiedad, cuando estás realmente en silencio, sólo entonces es posible sentir frescura y juventud en alma y así poder amar

El amor no es una cosa de la mente, de la juventud o del cuerpo. La razón de que no tengamos amor es porque las cosas menos importantes han llenado nuestros corazones, celos, envidias, deseos de ser alguien, ambición, éxito, de igual manera que colmamos nuestra vida, de mala alimentación, poco ejercicio, estrés, radicales libres y nos dejamos de ver jóvenes

No hay aun en el mundo una vacuna que retroceda el tiempo, ni hay una persona que logre olvidar, y volver a empezar, en algunos casos, cierta memoria inmunitaria se produce, como una especia de inmunidad transitoria frente al ataque patógeno, pero para lograr esto solo nos queda, inyectarnos nuestro pasado, asumir lo que somos, ver cada día como una oportunidad y sentir que es un privilegio el crecer en edad y sabiduría, solo así se es lo suficientemente joven para nunca dejar de amar
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