lunes, 4 de abril de 2011

CONGELADOS

Deberíamos poder poner tal cual alimento, los sentimientos en el congelador. Según el tamaño de nuestros sentimientos sería el tamaño del congelador que deberíamos tener.
Algunos acomodarían todo en pequeñas porciones, cuidadosamente en bolsitas al vacio, para  ir descongelando según fuera la necesidad, otros congelarían emociones tan grandes que  a la hora de descongelarlos se darían cuenta de que solo necesitaban la mitad e inevitablemente la otra mitad va a parar a la basura.
Hay quienes viven a basa de comida congelada,  cosa practica hoy en día, llegas cómodamente y solo metes en el microondas lo que se te antoja,  imaginemos la misma practicidad con lo que uno quiere o bien odia, cuando se necesita sentir solo es cuestión de microondas y listo, nada extraño en estos días en que nada se toma su tiempo para apreciarse, todo debe ser rápido y estar casi listo, quizás ese etilo de vida se refleja en la sociedad, relaciones rápidas, matrimonios rápidos, fracasos aun mas rápidos. La cocción a fuego lento, con esmero, cuidando cada detalle, dando la medida exacta ya no existe, ni hablar de un buen sazón que le de ese sabor a una relación. Sin mayor  problema todos lo que sobre, todos los excesos inevitablemente van a parar al congelador.
No encontraremos obviamente en el mercado, bajo el cartel de “congelados” una gran variedad de sentimientos, sin embargo en otro tipo de mercado donde “si me das te doy y si no te congelo”, dónde las partes y las condiciones deben ser iguales, allí la oferta y demanda puede ser enorme, tantas cosas deberíamos poner a congelar, ciertos momentos para que duraran mas, caras o gestos que no se quisieran olvidar, promesas, palabras, todo aquello que de alguna manera consideráramos que debería perdurar o aquello que nos duele tanto y no nos animamos a desechar.
Lo malo es cuando se intenta meter allí algo que aun está caliente, por lo general  siempre se va a echar a perder, esa es una regla básica para congelar al igual que, una vez descongelado no se puede volver a congelar.
Sin embargo el congelador puede ser un aliado sabiéndolo utilizar. A tiempo cualquier sentimiento que pongas a congelar, puede durar mucho mas, sacarlo fresco y volverlo a sentir con el mismo placer con el que lo guardaste, o bien olvidarlo allí y al sacarlo después de mucho tiempo, en una de esas limpiezas de sentimientos, darte cuenta de que si allí  olvidas lo que colocaste también caduca, quizás más lento, pero a la hora de sacarlo va a apestar igual.

No hay comentarios:

Publicar un comentario