COMO EDUCAR EL CORAZÓN DEL HOMBRE PARA QUE SEA FERMENTO DE CAMBIO
“No es ningún síntoma de inteligencia adaptarse a una sociedad como la actual, profundamente enferma”
Desde que nacemos empezamos a deshumanizarnos. Tras el llanto instintivo, los padres practican su primer enseñanza, dominarlo. El recién nacido aún no razona, es puro reflejo, necesidades, sentimientos; si tiene hambre, frío dolor, miedo, cansancio, calor… llora. Su primer razonamiento: “si lloro, cubren mis necesidades”, su primer enseñanza: “debo dejar de llorar cuando obtengo lo que quiero” si lo continúa haciendo sin motivo aparente, se le regaña.
La única forma de expresión se ve rápidamente saciada, para darles paso a otras que de igual manera se manifiestan y se van complaciendo.
Así comienza la demanda del hombre por cubrir sus necesidades, desde la más básica hasta la más caprichosa, aunado a esto aparece el comportamiento de la sociedad frente a las necesidades individuales, que intentan imponer la razón sobre la emoción y el instinto.
Emociones e instintos que se prohíben en los primeros años, se ponen más tarde en manos de nuevos educadores. En las escuelas, aprenden desde pequeños a competir, convivir, y a dominar las manifestaciones naturales ante un grupo de iguales.
El llanto del niño a la vista de los otros, se vuelve motivo de burla al no ser controlado, “eres un llorón”; deshumaniza el comentario a quien lo dice, pero le da un grado de superioridad, ya que él si ha aprendido a tener un control sobre sus emociones. Los educadores (productos de la misma sociedad), no enseñan a tener compasión por alguien que llora, olvidan la capacidad amatoria y de ternura, porque ellos solamente son trasmisoras de información, no de comprensión.
Es así que la educación se transforma en un mero traspaso de información, que generaliza a todos los individuos su desarrollo y su potencial intelectual, catalogándolos como: insuficientes, suficientes, buenos o excelentes; creando en ellos complejos enormes al no lograr los estándares requeridos, mientras que las individualidades, el autoconocimiento debería ser lo prioritario.
La educación va marginando al individuo de tal manera que pasa a ser un número más en una lista. Que debe limitarse a cumplir, basándose en el respeto a una autoridad y obediencia, así confinan a los niños únicamente a sus capacidades analíticas, inhibiendo la vida instintiva y emocional.
Al no encontrar en la educación salida a sus necesidades físicas y emocionales, el niño que no se adapta, lleva a su vida una constante evasión de la misma, convirtiéndose en individuos “mal educados”, corruptos, criminales, adictos, desadaptados sociales…
Ellos no son más que una consecuencia de la educación, la cual es el reflejo de nuestra sociedad, misma que únicamente busca una realidad adaptable a patrones medidos, a expectativas de hombres exitoso y no felices, excluyendo de ella a aquellos que no logran cumplir con este mínimo requisito, relegándolos a un sinsentido de vida.
Una verdadera educación, debe basarse en el desarrollo humano, no solo en llenar la cabeza de pensamientos técnicos, sino en educar las emociones y los instintos. Esto no quiere decir reprimirlos, es crear una conciencia de ellos, reconocerlos como parte de uno mismo, cultivar sentimientos, creatividades, la capacidad amorosa que todos llevamos dentro.
Educar debería ser enseñar al corazón, para que este crezca continuamente y en su interior fermenten sentimientos “bien educados” como libertad, conciencia, sabiduría, compasión, ternura, honestidad, caridad, perdón…sentimientos que nos vuelvan a humanizar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario