martes, 6 de marzo de 2012

¿A qué se dedica usted?



-¿A qué se dedica usted?-  con tono serio preguntó la señorita tras el mostrador, debí tardar en responder ya que al mirarla noté que bajó sus lentes a la nariz y me echó un vistazo por encima de ellos, con algo de desespero y un poco de desdeño.
-Tengo un almacén. Está muy bien surtido, verá usted, son varios pasillos donde acomodados por orden alfabético se disponen cajas, frascos, y otros.                                                                   
Se preguntará ¿qué contienen?, no tengo certeza, ya que rara vez tomo un frasco de esos, a veces el olor no es agradable. Las presentaciones varían, me gusta, sepa, hacerlos sonar, tomar una cajita entre el dedo gordo, el índice y moverla, trac, trac, glup, glup, así intento saber si el contenido es líquido o sólido, pero no crea, la percepción suele engañar y luego resulta que no es lo que uno creyó que podría ser. ¿Sí me entiende usted? Me he preguntado muchas veces ¿qué hay entonces realmente en esos pasillos?, a mi ignorancia la persigue la realidad de la gente que los compra, ¡si viera cómo se venden! ellos también ignoran que contengan esos recipientes de diferentes formas, pero créame, se los zampan, se los untan, se los meten por la nariz y déjeme decirle que hasta por…bueno usted imagínelo.-
-Los almacenistas, empacan cajas enteras, sin tener idea de quién va a ser el destinatario final de cada frasco, ellos cargan camiones que hacen llegar a distintos puntos de la ciudad, donde con cuidado las personas que están por lo general del mal humor tras el mostrador, no lo digo por usted espero no se sienta aludida, ¡qué de ninguna manera son las personas tras los mostradores iguales!, le decía, más bien le explicaba que estas, tan diferente a usted, se encargan de desempacar las cajas y disponer a la vista del público el contenido de ellas. Todo en esta vida debe estar clasificado y tener un orden ¿no lo cree?, así que también el orden alfabético rige en las estanterías, aunque le confieso, a mi me apetecería más, si fuera cliente claro está, un orden, por tamaños o colores, pero la lógica ha de ponerle nombres a los componentes, que nadie sabe de donde provienen pero buscan nombres difíciles de pronunciar y aún más de recordar ¿usted entiende lo que digo? Imagino que también nos archivan a individuos de la misma manera, desconociendo nuestros contenidos, tamaños, colores, ya lo ve, necesitan un estándar y allí está el orden alfabético. Pero me desvié del tema ¿verdad?, la pregunta era ¿a qué me dedico?, y espero habérsela aclarado.-
-Mire señora no estoy para juegos, ¿podría decirme usted que tipo de almacén es el qué tiene?- esta vez me miró a los ojos y agudizó el tono de voz.
-Lamento no haber sido clara, pensé que lo era, pero veo que no es así. Vera usted, mi almacén es digamos… del tipo que tiene pasillos con anaqueles, donde hay frascos, cajas y otros, distribuidas en un correcto orden alfabético según el rotulo con un raro e impronunciable nombre.-
Desesperada la señorita, quitó las gafas de su nariz, las colocó sobre la barra, apoyó las palmas de las manos en ella y se incorporó firmemente, con severo tono y exigiéndome ¡Dígame qué contienen esos frascos de su almacén!
-Se lo he dicho no tengo idea, no podría asegurar de donde proviene su contenido, yo solo los acomodo y distribuyo a lugares donde los acomodan y los venden, ¿no se lo he explicado ya? Ahora que si lo que desea saber es el por que la gente compra esto, creo que debe ser porque se sienten bien consumiéndolos, certeza tengo de que todos los seres humanos alguna vez necesitamos uno de estos frasquitos, su contenido nos da esperanza,  ignoran de donde provenga, eso ya se lo he dicho, pero no le aclaré que también ignoran como actúan dentro de cada quien, créame tienen fe ciega en el contenido mágico que transforma el dolor, la desesperanza, en bienestar y alegría.                
La mayoría de mis clientes tienen problemas existenciales serios, que no los dejan avanzar por la vida, a algunos incluso los logra postrar en una cama, por días, años, y acuden a comprar una colección de cajas y frasquitos, se aferran a ellos como si fueran lo único que los mantiene con vida. Créame es un buen negocio.-
Prácticamente se dejó azotar en la silla, colocó sus lentes correctamente y tecleó en la pantalla, mientras leía: - Almacenista. ¿O debería poner comerciante?, no me conteste, dejémoslo así.-
-Podría agregar usted: “de ilusiones”-


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