miércoles, 7 de diciembre de 2011

Palabras Colgadas

“-… ¿Por qué escribe?
- ¿Por qué respiro?.”
Carlos Fuentes.

Escribir… es dejar que el  mismo aire que entra en forma de vida, lo haga como letras,  palabras, historias y salga a través de tus manos transformado. Un ciclo tan inevitable para vivir, como respirar, es para mí el escribir.
Una vez que tienes conciencia del aire, lo disfrutas de la misma manera que la escritura, lo sientes helado o tibio, llega a ti a través de voces mudas, o de gritos desesperados, entra como imágenes , recuerdos, te tortura por su ausencia o te colma con presencias.
Se arremolina en tu interior, creando tormentas que necesitan salir de ti intrínsecamente, así como sale el amor, y sus desamores, mezclado con lluvias de lágrimas de tristezas y alegrías que necesitan ser vistas, tocadas, inevitables como ellas son las palabras.
Brisas suaves que acarician sin manos, verbos cálidos que piden al lector que lo amen,  que  sientan el roce de las letras. Escribo para que me respiren, intentando llegar tan hondo como el aire, y por un instante muy dentro alojarme;  lograr hacer un cambio allí es mi meta, quedarme tanto que logre cambiar un concepto, ser recordada por lo que pienso, situarme de alguna manera como respuesta para algún sinsentido del pensamiento o sinrazón de vida, porque a través de mis sentidos y mis razones,  en palabras encuentro algo más que expresiones.
Frente al aire suelo abrir mis brazos para sentirme en libertad, escribir, me da esa misma sensación. Puedo vivir la quimera de aprisionar el pasado junto a la posibilidad de soñar un futuro. Ordeno cuando escribo todo mi desorden interno, dejando por escrito lo que veo, lo que escucho, las emociones que esto me provoca.  Mi necesidad de contar toma inspiración en la vida, la naturaleza, los hechos, sentimientos, en todo lo que está en el aire y de alguna manera me obliga, me arrastra, a ponerlo en papel.
Como el aire, siempre siento que hay alguien que se ahoga y necesita un poco más,  alguna persona que está esperando leerme y encontrar en mi relato de vida el mismo sentido que yo le encuentro a la mía al escribirla. La insatisfacción a veces en ella, me lleva a querer entenderla mediante la escritura, como si esto curara en vez de enfermar, no solo adolece, envenena como el aire contaminado, tanto que intentas desesperadamente dar bocanadas de aire fresco, de palabras nuevas, correctas, marcantes, de la combinación perfecta de ellas;  el aire se envicia en esa búsqueda, y el escritor las consume una tras otra, las respira, transforma el verbo, y este no le es suficiente, no encuentra adjetivos suspendidos en el aire… de pronto , el viento sopla, todo se despeja…¡allí está!, aspiras con fuerza, lo saboreas, es la palabra perfecta en, la tomas, la escribes y esperas que alguien la lea.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

CAMISETAS MOJADAS


“A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.”
Oscar Wilde. (1854-1900) Dramaturgo y novelista irlandés.



Se trata de vivir la vida, por lo que las vacaciones en familia, son ese motivo (para la mayoría que trabaja) de hacerse espacio en ella; ese en el que dices: “dejo de vivir para trabajar, y ahora si disfruto de lo trabajado para vivirlo”
La posición privilegiada de Guadalajara, nos permite tener destinos turísticos a menos de tres horas, Tapalpa, Mazamitla, Chapala, Puerto Vallarta, toda la Riviera de Nayarit, Manzanillo, Mazatlán, este fue el destino de mis últimas vacaciones. La verdad encuentras de todo en estos  puntos, desde impresionantes hoteles de alto turismo, pueblos mágicos catalogados como patrimonios de la humanidad, pequeños hoteles boutique;  variedad para todos los bolsillos y gustos, lo mismo que gastronomía y servicios. Mucha gente tiene allí, casas de descanso o departamentos, así que en vacaciones y feriados se llena al punto de colapsar las carreteras de regreso, que por cierto, son hermosas.  Se abren entre la selva, donde vas viendo como los árboles se juntan formando túneles, con lianas colgando de la vegetación, no falta niño que pregunte si allí vive Tarzán. Al margen de esas carreteras está escondida la vida que disfrutas, por dos noche, tres, una semana, un mes al lado de tu familia. En esos lugares fuera de la rutina, es donde recuerdas lo que hiciste para vivir y olvidas lo que debes hacer para sobrevivir.
Así que desde hoteles de lujo, hasta meternos en un pueblillo a comer una langosta por 100 pesos, fue que gozamos el fin de semana. Nos sentamos, en una palapa, en lo que yo llamo "esto es México",  en unas sillas de plástico de esas que consigna la cervecería "Corona", con los pies en la arena, bajo una mal hecha palapa, comiendo langosta por ese precio, con música en vivo; el mariachi aquí bajó hasta la playa, violines, trompetas...y camisetas mojadas. Veíamos como bajaban los autobuses con padres, hijos, suegros, primos, amigos, perro, gato, gallina, la novia, el novio, el compadre, la comadre...todos con camisetas igual que las sillas "Corona", y así, de camisetas se meten a la playa, escuchan al mariachi, mientras sacan las tortillas, las ponen en un anafre que no sé cómo logran encenderlo en la playa, y allí se preparan tacos...de langosta.
Así pasan el día las familias enteras. La mayoría no saben nadar, por lo que la cantidad de flotadores y hasta llantas es impresionante. Terminando, pensaría cualquiera que queda todo un asco, pues no, cada quien recoge absolutamente todo, clasifican la basura, las dejan en los contenedores y se suben al camión de regreso a sus pueblos… La playa queda intacta. Nuevamente desierta y casi virgen, las dejan con minucioso cuidado igual que como la encontraron, con el mismo respeto como lo han hecho en miles de años, antes de que llegara el extranjero con bronceadores a ensuciarlas.
No tiene caso que te cuente de los buenos hoteles y restaurantes, esos por los que alguna gente siente que vale la pena vivir, ¿como si no es para disfrutar de los lujos que te da la vida? Quería hacerte una estampa de como disfruta el que no puede pagar por una hotel, o tener su departamento o casa de descanso, el que quizás por primera y última vez ve el mar. Contarte como una señora se quitó sus guaraches, dobló sus pantalones y bajó despacito hasta la orilla, entre las porras de su familia a grito pelado, "La Abuela, La Abuela...Doña Rosa , Doña Rosa...", dejó que las olas mojaran sus pies, con una sonrisa de niña guardada y a sus años aún la inocencia en la mirada; era la primer vez que tocaba el mar, "Ya ve a´ma, le dije que la iba a traer...verdad que ta bonito a´ma..."
La abuela, Doña Rosa, se agarró fuerte del brazo del hijo, con toda la familiada por detrás, pisó con regocijo la orilla del agua, se agachó y puso en una botella de Coca-Cola según dijo… "Un pedacito del mar, pa no olvidarlo más"...mientras todos le aplaudían.
Trato de enseñarles a mis hijas a vivir lo mejor de la vida, llevarlas a los selectos y más caros lugares, pero también les enseño que no solo hay que vivir para esto; vivir es convivir, es conocer a la gente, aprender de todos; desde chicos saber que es igual de divertido  jugar con el Canadiense del hotel, o el indígena de la playa pública; esos contrastes son los que le dan sabor a la vida.  Estacionar tu buen carro al lado de una camión destartalado, atiborrado de gente, sin miedo a que te lo roben, o te lo rayen, porque no los ves por encima, porque llegas a la misma playa, porque aplaudes a Doña Rosa y te emocionas tanto como su hijo, eso es enseñarles a vivir el mundo a tus hijos, mostrarles el valor de la cosas reales y no materiales, es dejarlos que descubran que pueden ser felices con mucho o poco. Porque para  la vida, para disfrutarla, puedes hacerlo con el traje de baño más caro, y si no tienes con la camiseta mojada...total el mar que te refresca  y el sol que brilla es el mismo para todos, los que quieren vivir la vida.

martes, 15 de noviembre de 2011


COMO EDUCAR EL CORAZÓN DEL HOMBRE PARA QUE SEA FERMENTO DE CAMBIO
No es ningún síntoma de inteligencia adaptarse a una sociedad como la actual, profundamente enferma

Desde que nacemos empezamos a deshumanizarnos. Tras el llanto instintivo, los padres practican su primer enseñanza, dominarlo. El recién nacido aún no razona, es puro reflejo, necesidades, sentimientos;  si tiene hambre, frío dolor, miedo, cansancio, calor… llora. Su primer razonamiento: “si lloro, cubren mis necesidades”, su primer enseñanza: “debo dejar de llorar cuando obtengo lo que quiero” si lo continúa haciendo sin motivo aparente, se le regaña.
La única forma de expresión se ve rápidamente saciada, para darles paso a otras que de igual manera se manifiestan y se van complaciendo.
Así comienza la demanda del hombre por cubrir sus necesidades, desde la más básica hasta la más caprichosa, aunado a esto aparece el comportamiento de la sociedad frente a las necesidades individuales, que intentan imponer la razón sobre la emoción y el instinto.
Emociones e instintos que se prohíben en los primeros años, se ponen más tarde en manos de nuevos educadores. En las escuelas,  aprenden desde pequeños a competir, convivir, y a dominar las manifestaciones naturales ante un grupo de iguales.
El llanto del niño a la vista de los otros, se vuelve motivo de burla al no ser controlado, “eres un llorón”; deshumaniza el comentario a quien lo dice, pero le da un grado de superioridad, ya que él si ha aprendido a tener un control sobre sus emociones. Los educadores (productos de la misma sociedad), no enseñan a tener compasión por alguien que llora, olvidan la capacidad amatoria y de ternura, porque ellos solamente son trasmisoras de información, no de comprensión.
Es así que la educación se transforma en un mero traspaso de información, que generaliza a todos los individuos su desarrollo y su potencial intelectual, catalogándolos como: insuficientes, suficientes, buenos o excelentes; creando en ellos complejos enormes al no lograr los estándares requeridos, mientras que las individualidades, el autoconocimiento debería ser lo prioritario.
La educación va marginando al individuo de tal manera que pasa a ser un número más en una lista. Que debe limitarse a cumplir, basándose en el respeto a una autoridad y obediencia, así confinan a los niños únicamente a sus capacidades analíticas, inhibiendo la vida instintiva y emocional.
Al no encontrar en la educación salida a sus necesidades físicas y emocionales, el niño que no se adapta, lleva a su vida una constante evasión de la misma, convirtiéndose en individuos “mal educados”, corruptos, criminales, adictos, desadaptados sociales…

Ellos no son más que una consecuencia de la educación, la cual es el reflejo de nuestra sociedad, misma que únicamente busca una realidad adaptable a patrones medidos,  a expectativas de hombres exitoso y no felices, excluyendo de ella  a aquellos que no logran cumplir con este mínimo requisito, relegándolos a un sinsentido de vida.
Una verdadera educación, debe basarse en el desarrollo humano, no solo en llenar la cabeza de pensamientos técnicos, sino en educar las emociones  y los instintos. Esto no quiere decir reprimirlos, es crear una conciencia de ellos, reconocerlos como parte de uno mismo,  cultivar sentimientos, creatividades, la capacidad amorosa que todos llevamos dentro.
Educar debería ser enseñar al corazón, para que este crezca continuamente y en su interior fermenten sentimientos “bien educados” como  libertad, conciencia, sabiduría, compasión, ternura, honestidad, caridad, perdón…sentimientos que nos vuelvan a humanizar.

domingo, 9 de octubre de 2011

SI ME QUEDARA UN POCO DE VIDA

Abrasaría más a quienes poco he abrazado, lloraría menos a quienes mucho he llorado.
Cantaría sin importar quién me escuche, bailaría sin importar quién me mira.
Me quitaría los tacones para cumplir descalza todas mis misiones.
Escribiría una carta por día sin cuidar formas y armonías.
Aprendería a perdonar, olvidaría cuestionar.
Plantaría flores y nunca las pondría en jarrones.
Miraría a los ojos y sonreiría alegremente, para entre miradas y carcajadas quedarme perpetuamente.

Vestiría un blanco vestido que cada noche lavaría, con la luna secaría y al nuevo sol me pondría.
Esperaría la luna al amanecer y el sol al anochecer.
Correría hasta encontrar mi descanso, me sentaría hasta encontrar mi fatiga.
Gritaría fuertemente, para escuchar débilmente mi silencio.
Me sinceraría con desconsuelo, con quienes mentí por consuelo.
Encontraría un alivio sosiego a mi fatigado ajetreo.
Diría sin fundamentos lo que realmente siento.
Soltaría suavemente todo lo que me sostuvo con fuerza.
Cerraría mis ojos para vivir brevemente, los abriría para soñar eternamente.
Dejaría de buscar con desasosiego a Dios en mi vida, porque a mi muerte con sosiego lo encontraría.

jueves, 8 de septiembre de 2011

DESDE ADENTRO

México… ¿El que llevamos fuera o el que llevamos dentro?, a veces creo que hay dos. Uno es ese país de fuera, con mujeres desaparecidas, encontradas mutiladas, violadas, con niños que mueren en la calle por una bala perdida, producto de ajustes entre carteles del narco. Con indígenas menospreciados y orillados a vivir donde no sean vistos, el México que avergüenza a sus raíces y los obligan a un - Mande usted-, en la tierra de ellos. A que bajen la cabeza para estar, -A sus órdenes Don- y esas órdenes sean, -Levanta la cabeza, para ver lo que traficas, para saber a quién secuestras, para mirar a los ojos a quien matas-, y que solo así alcen la cabeza.
Un México con hambre, con infancia en la calle que consume drogas para no sentir, con niñas que se venden para no sentir, con mujeres que se dejan golpear para no sentir, con hombres que roban para no sentir… un  país que ya no quiere sentir mas hambre.
Un México con dolor y ante él, la gente se pone una venda, un país entero jugando a ser ciego, cuando no lleva más que un pañuelo. Millones de ojos que sobreviven al sufrimiento solo si son tapados, con mordidas, con injusticias, con sobornos, ante la corrupción nadie sabe que pasó,         -Aquí nadie vio nada jefe- el gobierno no se quiere enterar y llena las cárceles de cómodos huéspedes que desde allí hacen cumplir la Ley de Herodes, “o te quitas, o te jodes”. …y nos quitamos.
Un México manchado con nuestra propia sangre, que vemos como ajena, cómo no, si nos tratamos como bueyes que van al matadero y no como hombres-¿O no wey?, si  lo que aquí pasa nos pasa solo por fuera, les pasa a lo demás y no a nosotros,- O sea, a mí no me afecta, los demás que frieguen- o nos limitamos a un -Que gacho-. Es nuestra sangre la que se derrama en manos de nuestra propia sangre, si  mataron a mi sangre yo hago lo mismo, si abusaron de mi yo abuso de los demás, lo que me hicieron yo lo hago, y así nos mutilamos.
Esto es lo que llevamos fuera, y solo se acaba cuando vemos dentro, cuando perdonamos y creemos con fe, en una virgen morena que todo puede cambiar, y empezamos cambiando nuestro interior, nos unimos ante desgracias, sismos, inundaciones, explosiones, y salimos adelante.
Dentro, no solo las calamidades nos unen, nos juntamos en tradiciones milenarias y queremos rescatarlas, conservarlas en altares de muertos, adornados con flores de cempasúchil, y fotos de nuestros difuntos. En roscas de reyes, que partimos con una mano en el cuchillo y la otra por detrás cruzando los dedos, para que no nos toque el niño y nos libremos de comprar los tamales para conmemorar a la virgen de la Candelaria. En posadas con cánticos y enormes piñatas en forma de estrella que con los ojos vendados rompemos.  En el ¡Viva México! que al unísono gritamos en cada rincón, tras escuchar las campanadas.
Solo entonces vemos la grandeza de nuestros volcanes, el pedazo de cielo reflejado en nuestros mares creando las tonalidades de azules más hermosas que los ojos puedan percibir,  los cenotes sagrados,  esos enormes abismos de extraordinaria belleza, con agua tan cristalina que se confunde con el aire, como ojos de agua que la tierra nos regala. En nuestros ríos que corren por monumentales paredes que generosamente se abren para darle paso a ellos.  De montañas que se inclinan y dejan que caigan sobre ellas cascadas formando estanques de agua turquesa que corren entre las piedras como cortinas esplendidas. De majestuosos desiertos que encierran secretos, o esplendidas selvas que tanta vida llevan.
Allí dentro somos libres de volar, de sentir el vuelo del águila, o el suave y bello de una mariposa Monarca. Dentro también bajamos la cabeza, pero solo ante la grandeza de nuestra cultura, cuando Quetzalcóatl desciende ante ella nos hincamos, no hay drogas no hay armas, no hay peso con más valor que las plumas de la serpiente.
Dentro no hay hambre, se conserva el nixtamal, los comales y molcajetes en cada hogar donde esta noble tierra nos da todo para subsistir. Las mujeres frecuentan los mercados y recuerdan la receta del mole, llevando cacahuates, chiles y chocolates, pasando la receta de abuelas  a nietas, mientras los hombres componen canciones que acompañan con trompetas, violines, y guitarras, llevando serenatas a sus amadas. Los niños juegan con trompos, pirinolas, sonajas, matracas y muñecas de trapo, de artesanos que aprendieron el oficio milenario, como el de soplar el vidrio, cocer el barro, pintar talaveras, hilar tapetes, bordar vestidos, deshilar manteles, pegar chaquiras y ponerle a todo, ese colorido único de nuestra tierra.
El que llevamos dentro es el México del alma, ese que cuando nos dejan ciegos, sordos, mudos y mutilados,  aún se siente en la piel y aprendemos a ver interiormente, a amarlo como nunca lo habíamos hecho… desde adentro.

viernes, 17 de junio de 2011

CICATRICES


-No te pongas, así, no es nada a comparación de lo mío, te cuento…
Y así  con orgullo, cual si fueran batallas ganadas de guerras siempre más importantes que las de los otros, se empiezan a exponer una serie de hechos que dejaron sus marcas. Olvidando las trastiendas y los saldos, levantamos cada parte que las cubre para mostrarlas.
-Mírala, vez que grande e impresionante es! Está sí que dolió, yo sé bien de lo que hablas, porque también lo viví.
Esas marcas hay quienes así las muestran, como los únicos sobrevivientes de sus guerras, cuando hacen esto dejan de ser medallas de honor para ser costras que apestan y alejan a la gente cuando hablan y hablan de ellas.  Los más sabios no las comparan, de vez en cuando en soledad las tocan suavemente para recordar que allí están, sin alcanzar a rememorar como fueron hechas.
De ellas, algunos estamos atiborrados en la vida, y su presencia o ausencia nos van moldeando de alguna manera
Ciertas nos fueron hechas y otra nosotros las hicimos, algunas ocasionadas por golpes, caídas, cada una invariablemente cuando está abierta duele, hay unas por fuego que quemaron sentimientos, momentos, otras por cortes que abren y sangran con recuerdos, pero todas absolutamente todas cierran dejando una marca, una cicatriz
Es inevitable que nos llenemos de ellas, no hay remedio casero que las oculte, y si las maquillas infaliblemente al lavarte vuelve a aparecer, sin embargo hay formas de que no tomen esa apariencia desagradable que te recuerde lo que pasó,  para ello debemos curar debidamente las heridas, porque una herida que se cura con rapidez tiene menos probabilidades que cause una cicatriz.  Así, es necesario que, tan pronto se produzca la herida, se limpie, sin rencores, sin venganzas, dejándola abierta un tiempo para que se ventile, lavándola a cada rato para que no se infecte. No por muy grande que sea la herida va a ser el tamaño de su secuela, cualquiera por más diminuta, si no se cuida puede dejarte una marca de por vida.
Nadie sabe como duele una herida más que el que la sufre, y en esos momentos el que te digan que va a cicatrizar no es consuelo, el saber que un día solo verás una marca que ya no dolerá no reduce el sufrimiento, todos las llevamos, pero eso no nos autoriza a medir las ajenas. Con orgullo las mostramos y hasta damos cátedras de los pasos que dimos para sanarlas, burlándose quizás de esa pequeña cortada, o golpe que aún arde y duele, sin embargo hay personas que no cicatrizan nunca, que el dolor las hace sentir vivas y van por la vida lamentándose con esas heridas sin cerrar.
Todos tenemos esa oportunidad de sanar y no ser juzgados por el tiempo que nos tomé hacerlo, el dolor solo persiste si no hay cicatrices

lunes, 4 de abril de 2011

CONGELADOS

Deberíamos poder poner tal cual alimento, los sentimientos en el congelador. Según el tamaño de nuestros sentimientos sería el tamaño del congelador que deberíamos tener.
Algunos acomodarían todo en pequeñas porciones, cuidadosamente en bolsitas al vacio, para  ir descongelando según fuera la necesidad, otros congelarían emociones tan grandes que  a la hora de descongelarlos se darían cuenta de que solo necesitaban la mitad e inevitablemente la otra mitad va a parar a la basura.
Hay quienes viven a basa de comida congelada,  cosa practica hoy en día, llegas cómodamente y solo metes en el microondas lo que se te antoja,  imaginemos la misma practicidad con lo que uno quiere o bien odia, cuando se necesita sentir solo es cuestión de microondas y listo, nada extraño en estos días en que nada se toma su tiempo para apreciarse, todo debe ser rápido y estar casi listo, quizás ese etilo de vida se refleja en la sociedad, relaciones rápidas, matrimonios rápidos, fracasos aun mas rápidos. La cocción a fuego lento, con esmero, cuidando cada detalle, dando la medida exacta ya no existe, ni hablar de un buen sazón que le de ese sabor a una relación. Sin mayor  problema todos lo que sobre, todos los excesos inevitablemente van a parar al congelador.
No encontraremos obviamente en el mercado, bajo el cartel de “congelados” una gran variedad de sentimientos, sin embargo en otro tipo de mercado donde “si me das te doy y si no te congelo”, dónde las partes y las condiciones deben ser iguales, allí la oferta y demanda puede ser enorme, tantas cosas deberíamos poner a congelar, ciertos momentos para que duraran mas, caras o gestos que no se quisieran olvidar, promesas, palabras, todo aquello que de alguna manera consideráramos que debería perdurar o aquello que nos duele tanto y no nos animamos a desechar.
Lo malo es cuando se intenta meter allí algo que aun está caliente, por lo general  siempre se va a echar a perder, esa es una regla básica para congelar al igual que, una vez descongelado no se puede volver a congelar.
Sin embargo el congelador puede ser un aliado sabiéndolo utilizar. A tiempo cualquier sentimiento que pongas a congelar, puede durar mucho mas, sacarlo fresco y volverlo a sentir con el mismo placer con el que lo guardaste, o bien olvidarlo allí y al sacarlo después de mucho tiempo, en una de esas limpiezas de sentimientos, darte cuenta de que si allí  olvidas lo que colocaste también caduca, quizás más lento, pero a la hora de sacarlo va a apestar igual.

viernes, 21 de enero de 2011

MIEL

Desde mis pequeñas memorias, recuerdo sentir un placer oculto, que duró en mi muchos años. Incluso después de casada aún lo hacía, inconsciente y ya dormida, sentía esa sensación deliciosa de placer satisfecho, así podía dormir toda la noche.
Cómo a los tres años mi madre empezó la lucha por quitarme esta manía, que me apaciguaba y me deleitaba.  No podía hacer eso en la escuela, que dirían mis compañeros y profesores, era lo que me decía.
Cuentan que cuando era bebe al cargarme alguien, buscaba mi placer entre su ropa, allí me quedaba en la incómoda posición entre la persona que me cargaba su cuello y yo pero satisfaciendo mi deseo y quedándome dormida
Así que quitarme mi manía fue un duro paseo entre mano atada, ungüentos, amenazas, burlas, etc.., nada funcionaba, y mi mente aun no entendía porque debía dejar algo que me daba placer y me tranquilizaba.
Más tarde cuando empezaron las burlas deje de hacerlo en público y guardé ese placer solo para mí, hasta que sin yo saberlo y creyendo esto superado mi marido descubrió que aun lo hacía.
La manía se fue, la solución después de años la encontré yo
Al preparar mi te cada mañana y cada tarde le ponía miel, untaba el dedo en ella y esa sensación deliciosa, mi dedo con miel, no sabía si era la miel o la excusa para hacer ese acto prohibido desde tan niña lo que me fascinaba, sentir como lo deslizaba, esa sensación,  entre deliciosa, tibia y pegajosa.
Una noche me quedé sola, era el momento perfecto para hacer lo que esperaba, me puse un delicioso pijama de seda que me recordaba la textura detrás de los cuellos que desde niña buscaba, tomé el frasco de miel y una y otra vez hice lo mismo, hasta terminarme el frasco, no había más miel, pero mi dedo aún sabía a ella, dulce y más dulce.
Durante días en mi mente mi dedo era tan dulce que dejé incluso de tomar té, desde ese día acabé con mi infantil satisfacción, en vez de darme placer me empalagaba.
A qué viene todo esto, a que en la vida la gente juzga un acto como inadecuado, te llenan de vergüenza,  te aíslan, y tratan de quitar de ti cualquier manía, de las peores maneras. Solo cuando decidí hacer de mi placer una acto delicioso, llenarlo de miel, fue que aprendí que uno se cansa más fácil de lo dulce que de lo amargo, y que con la dulzura de la miel curé mi manía desde bebe de chuparme el dedo mientras acariciaba una etiqueta.

martes, 18 de enero de 2011

VACUNA para AMAR

La hormona de crecimiento puede ser utilizada como tratamiento anti-edad, fue lo que escuchaba en una plática mientras esperaba mi turno en la fila. ¿Qué relación podría existir entre esa hormona y la edad?. Seguí escuchando la plática,  una señora le decía a la otra “-Es increíble lo fresca y joven que te sientes al siguiente día de aplicarla”.
Fresca y joven es el deseo de toda mujer, verse así puede garantizar un estado de plenitud, satisfacción, y garantizar el amor, lo vemos en todos lados, en las revistas, la tele, la calle, “Haz lo necesario, pero luce fresca y joven”. Si tan solo miráramos internamente, entenderíamos que no hay vacuna o antioxidante que te ayude a ser lo que las campañas prometen.  La frescura no retrocede,  la frescura se genera cada día. Uno ha de terminar con todo el conocimiento acumulado durante el día, heridas psicológicas, compararse con otra persona, compadecerse de sí mismo… terminar con todo eso antes de acostarse, y untárselo a modo de crema, de modo que al día siguiente la mente  sea fresca y joven. Una mente así nunca puede ser lastimada, y menos vieja. Entonces entendí realmente… lo que te hace crecer, sea hormona, sea sentimiento, te hace más joven.  
Deberíamos dejar de intentar  deshacernos de todo aquello que nos lastima, esas cosas son nuestros antígenos, de los que nos queremos desprender, sin saber que solo con ellos podemos crear anticuerpos y solo así una respuesta de defensas. Si por un momento dejáramos de luchar y nos quedáramos quietos, cuando ya no esperas nada, ni pides, ni exiges, ni buscas, ni posees, cuando ya no tienes celos, ni temor, ni ansiedad, cuando estás realmente en silencio, sólo entonces es posible sentir frescura y juventud en alma y así poder amar

El amor no es una cosa de la mente, de la juventud o del cuerpo. La razón de que no tengamos amor es porque las cosas menos importantes han llenado nuestros corazones, celos, envidias, deseos de ser alguien, ambición, éxito, de igual manera que colmamos nuestra vida, de mala alimentación, poco ejercicio, estrés, radicales libres y nos dejamos de ver jóvenes

No hay aun en el mundo una vacuna que retroceda el tiempo, ni hay una persona que logre olvidar, y volver a empezar, en algunos casos, cierta memoria inmunitaria se produce, como una especia de inmunidad transitoria frente al ataque patógeno, pero para lograr esto solo nos queda, inyectarnos nuestro pasado, asumir lo que somos, ver cada día como una oportunidad y sentir que es un privilegio el crecer en edad y sabiduría, solo así se es lo suficientemente joven para nunca dejar de amar
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