jueves, 2 de septiembre de 2010

EMPAQUES

Nunca les ha pasado, al estar paseando por los anaqueles de un supermercado ver ese empaque que hace que desees lo que hay dentro.


Lo tomas por un momento, lo analizas, y simplemente se te antoja, solo con verlo ya lo saboreaste, prácticamente sentiste en tu boca la suavidad, el crujir, lo dulce o salado. Podría enumerar infinidad de empaques atractivos, que sin saber su contenido te hacen desear conocerlo. Incluso las bolsitas de comida de perros, se ven deliciosas en la foto, jugosos trocitos de carne yo diría que prime rib, apilados casi de forma artística en un bowl de cerámica, que a la hora de abrirlos se convierte en una pasta café, con alguna clase extraña de masa que simula carne, y un aroma que no es para nada apetecible. Pero eso está bien, para los perro, ellos ni cuenta se dan, pero nosotros también somos engañados por estos coloridos y tentadores empaques.

Y allí vamos, después de analizarlo, pensarlo, ponerlo en el carrito, pasarlo por la caja, llevarlo en una bolsa, pasearlo un rato por la ciudad, bajarlo del carro, meterlo a la casa, abrirlo y… probarlo.

¿Cuántas veces hemos pasado por esto en la vida? Allí están las personas perfectas, invitándonos de alguna manera a entablar una relación, ya sea amigos, parejas, jefes, empleados, socios, todas aquellas relaciones que no sean familiares (allí nunca notamos el empaque), y nos lanzamos al mismo análisis, ¿será lo que busco?, realmente se ve bien, se antoja trabajar con esta persona, tomarse un café, se ve divertida y alegre, o bien confiable y segura, su empaque es perfecto.

Y allí vamos, después de analizarlo, pensarlo, empezar a conocerlo, trabajar o salir, invertir tiempo en saber del otro, pasearlo por la historia de nuestra vida, meterlo de alguna manera en ella, abrirte a esta nueva persona y… probarlo.

Por mi vida han pasado muchas personas que a la hora de probarlas me han resultado infinitamente mejor que en su empaque, otras han sido peor que abrir una bolsa de comida para perros, algunas nunca llamaron mi atención y siguen sin hacerlo, si embrago hay las que olvidé con el tiempo esa primer impresión del empaque, me permití abrirlo, probarlo y me quede para siempre con el contenido.

Así de sorprendente y variada es la vida, hay que atreverse a abrir cada empaque que se presenta, nunca sabes si lo que contiene te va a gustar

No hay comentarios:

Publicar un comentario